RECONSTRUYE TU TEMPLO

Iliana Urbina

18 noviembre, 2024

Ahora que está por concluir el año, es momento de hacer un alto en el camino y reflexionar en el libro de Hageo.

El libro de Hageo nos da enseñanzas muy importantes en las cuales debemos de meditar. En el año 538 A. C. Dios habla a través de Hageo a su pueblo y les pregunta: ¿Ya han alcanzado la prosperidad que deseaban? También les cuestiona: ¿Están contentos con lo que han hecho hasta ahora? Estas preguntas que les hace Dios a través del profeta Hageo son hechas por una razón y es que el pueblo judío que había sido traído del exilio a Jerusalén para la reconstrucción del templo, no habían dedicado su tiempo y recursos para dicha tarea encomendada por Dios, sino a arreglar sus casas y dedicarse a lo suyo en vez de proveer materiales para edificar el templo.

Por la razón anterior, el Señor les llama la atención y los reprende, porque han puesto su empeño en obtener ganancias personales y no se ocupan de la casa de Dios. Esta actitud del pueblo, ni siquiera fue de beneficio para ellos, ya que Dios no los había prosperado y al final del día sus ganancias se diluyen, se les van entre las manos, no les rinden, porque su prioridad no es edificar el templo, sino sus vidas personales y por esta razón es que “siembran mucho y recogen poco” (Hageo 1.6).

¿Te parece conocida esta historia?

Las mujeres hoy en día muchas veces vivimos de la manera en que estaba viviendo el pueblo judío. Nos afanamos en tantas cosas que, de hecho, no son malas, al contrario, ¡son buenas! y sin embargo, no estamos edificando nuestro templo.

Hemos equivocado las prioridades, en algunos casos, porque como mujeres de esta generación, tenemos tantas ocupaciones y exigencias de la propia sociedad y de nosotras mismas. Vivimos constantemente agitadas, corriendo, se nos olvidan las cosas, no dormimos bien a veces, algunas con depresión o ansiedad. Tenemos tantas actividades que no podemos terminar ni una cosa ni la otra, y todo esto al final del día y, sin lugar a duda, nos traerá frustración personal y desánimo. ¿Pero por qué hacemos todo esto, por qué nos esforzamos tanto hasta quedar exhaustas? Por nuestra familia, nuestro esposo e hijos, nuestra casa, y eso es algo bueno… pero a veces estamos enojadas, cansadas, frustradas, no hay un equilibrio y al final del día ¿Quiénes son los más afectados? Nuestras propias familias, los de casa.

Prioridades.

Pero, ¡cobra ánimo! ya que como en el libro de Hageo, Dios les hace saber a su pueblo a través del profeta cual es el camino que deben de tomar. Si bien, primero los reprendió, también Dios los exhorta a que cambien de rumbo y no solo eso, les da la solución, y el pueblo escucha y toma una actitud de obediencia despertando Dios en ellos su espíritu. (Hageo 1:14)

Ellos trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, edificaron el templo con obediencia. Y a través de Hageo, Dios les hace saber que está con ellos (Hageo 2:4)

Nosotras, al igual que el pueblo judío, debemos permitir que el Señor encienda nuestro espíritu y obedecerlo, a través de la comunión continua y diaria con El, dedicada al Señor, por lo menos unos minutos a solas con El, antes de que empiece nuestro día y las múltiples actividades diarias.

Para lograr tu comunión con El, quizá tengas que sacrificar un poco de sueño, levantarte más temprano y buscarlo de manera intencional cada mañana y hacer el espacio contra viento y marea. O quizá tendrás que instruir y educar a tus hijos que los próximos 15 o 20 minutos son para ti y hacerlos comprender que tienes una cita con el Señor a la cual no puedes faltar todos los días. Ellos recordarán cuando sean grandes que Dios es tu prioridad y ellos harán lo mismo.

Sal un poco de tu camino actual y replantea las prioridades en tu vida. Verás como tu vida y el próximo año si Dios quiere, comenzará a ser diferente, haciendo lo que el Señor te pide, porque Dios es el que prospera, es quien enciende nuestro espíritu para trabajar para El, y nos confirma, como lo hizo con el pueblo, que está con nosotros. Haz de Dios tu prioridad, y verás que serás grandemente recompensada y bendecida por el mismo Dios.

Recuerda el Salmo 127:1 que dice “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia

Recuerda que, nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, le pertenecemos al Señor, no somos dueñas de nosotras mismas como dice en 1ra. Cor 6:19. El camino es solo uno y como dice Mateo 6:33 “Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás será añadido por el Señor”

Entonces ¿vale la pena que tu prioridad sea Dios o los afanes de este mundo? ¿Estás cultivando tu relación con Dios? ¿Estás embelleciendo Su Templo? Medita en tus caminos y dale la Honra y Gloria solo a El, porque como dice la alabanza, todo lo demás, arena es.